Salimos de Ayamonte por orden parental para visitar un hotel de una conocida cadena hispana. Equivocando Isla Canela con Punta Umbría, llegamos una playa inmensa que recuerda ser una mezcla de dos playas de la Villa, tanto por extensión como por las arenas. Éstas no pueden rivalizar con el inmenso celeste sobre nosotros, que también empequeñece nuestras cuitas.
Los barcos mariscadores toman rumbo sur, y los transeúntes desfilan en dirección opuesta. A esta hora tan temprana, la playa está salpicada de mariscadores domingueros de fortuna, torso encorvado, buscando indicios de chirlas a través de la lámina de agua.
Refresca, y aún así nos mojamos los pies, siguiendo el ejemplo de aquellos, aunque sin intención de recolectar nada. Tan sólo miroteando aquí y allá, sin descubrir indicios de bivalvos en las arenas. Aunque, a nosotros, encontrarlos importa bien poco.
Nota: Foto tomada con Canon D10 Powershot, editada con Microsoft Fotos y Windows Paint.
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