viernes, 16 de junio de 2023

La Casa del Tejo

 

      Normalmente es un adulto el que decide clasificar un libro como infantil, juvenil, o para adultos. Para realizar dicha clasificación, se supone que debe de leerlo y, por este hecho, convierte todos los libros en aptos para adultos. Con este razonamiento, éste es uno de ellos, faltaría más.

      El título evocó en la mente de un servidor el recuerdo de un espléndido árbol en el patio de un antiguo casino de una localidad cacereña: razón suficiente para emprender la lectura, aunque pronto descubriera que la acción se sitúa en tierras más meridionales y tejos aparecen pocos. Da igual.

Portada (préstamo de un familiar)

      Resulta fácil engancharse a una historia en la que se entrelazan misterios de amores del ayer más lejano, de otros más cercanos, más los del inmediato presente. Aquéllos que quedaron atrás, alguno que brota y puede que cuaje, aunque tenga demasiados diablillos en su contra - los miedos e incertidumbres maternas, el afán de control. Quien sabe lo que pasará. Lo que importa es tenerse amor y respeto a uno mismo.

      Las protagonistas femeninas son elegantemente representadas por la ilustradora. Parecen deslizarse al ritmo de las canciones - ¿o son poemas? - que salpican el texto, en el que también encontramos recuerdos de la tecnología de un par de generaciones anteriores a la de un cincuentón largo. ¡Cuán bien viene este recordatorio a los que vivimos en este mundo de hoy tan acelerado!

      En el futuro, no va quedar más remedio que leérselo otra vez. Seguro que se descubren cosas nuevas en esta novela. 


Contraportada



Título: La Casa del Tejo.

Autora: Carmen Gil Martínez

Ilustraciones: Mar del Valle

Editorial: Edimater, S.L. 

Edición: 2ª 

Año: 2012

No. de páginas: 176

ISBN978-84-968-8079-6

FormatoRústica




Nota: Fotos tomadas con iPhone 7, editadas con Polarr y Windows Paint.

4 comentarios:

  1. Hopeless romantic... Parece una lectura liviana, sin embargo no es mi temática preferida... Posiblemente me lo lea igual, quién soy yo para juzgar algo hasta que no lo haya leído.

    ResponderEliminar