Seguro que esto que vemos ya es el Mediterráneo, con los barquitos fondeados allá, a lo lejos. Un mar de nubes reposa sobre el horizonte. No parecen tan amenazantes, por lo que el pronóstico del tiempo se nos antoja acertado. Sigamos con la charla, las discusiones y las polémicas que nos mantengan alerta, mientras que el conductor sigue con lo suyo.
Tan pronto nos acercamos a la mar como nos alejamos. No paramos de ver construcciones, construcciones, y más construcciones. ¿Tanta gente vive por aquí, o es mera especulación? Nada más rentable que invertir en ladrillo, hoy como ayer. Pero, y si pertenecen a extranjeros que no pueden viajar en estos tiempos?
Toca hacer un alto en el camino. Paremos por aquí mismo. Saliendo de la autovía todo parece tan desangelado, que cualquier sitio se hace bueno. Hasta la mañana, tan gélida, se pone en contra del retomar un ritmo parecido al del mundo de ayer. ¿Seremos capaces de encontrar un bar abierto?
Este parece buen sitio. Queremos imaginar que el lugar fue levantado y mantenido con muchas horas de esfuerzo, de sacrificios diarios, para mantener la familia y las ilusiones en pie. Quizás sean suposiciones infundadas, pero ahí quedan. La fonda resulta acogedora, pese a su aparente sencillez.
Su terraza está inundada por la luz fresca de la mañana. El circular de algún vehículo, el verde de más allá. Mesas y sillas recién limpiadas y desinfectadas a nuestra vista: lo que en otra situación parecería mobiliario de cafetería anodino, resulta excepcional una vez que nos paramos a pensar en todo lo que desconocemos, pero que está ahí a nuestra vista.
El verde en las macetas y los campos, el blanco de las fachadas de las casas, los tonos arcillosos de los suelos, y la metódica luz que no piensa cambiar antes de que nos vayamos... Se acaba el desayuno, y no podemos prologa la visita más, a nuestro pesar. Con las prisas, ni nos hemos fijado en qué pueblo estamos. Lamentables prisas. Bueno, si hemos terminado - y pagado - ya, prosigamos nuestro camino.
Parece que fue un viaje entretenido pero a la vez un tanto cansado. Quién sabe si alguna vez, por casualidades de la vida, volvéis a visitar ese bar en el pueblo desconocido.
ResponderEliminar¡No te quepa la menor duda!
EliminarYa quisiera yo hacer un viaje así, y pararme en ese pueblo a disfrutar de un buen desayuno y de las vistas.
ResponderEliminarBueno, quién sabe. Cuando menos te lo esperes puedes estar en la terraza tomando un buen café.
EliminarYa quisiera yo hacer un viaje así, y pararme en ese pueblo a disfrutar de un buen desayuno y de las vistas.
ResponderEliminarYa quisiera yo hacer un viaje así, y pararme en ese pueblo a disfrutar de un buen desayuno y de las vistas.
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