126 aniversario de.... (I)

      ... el comienzo oficioso, a bombo y platillo, de la última rebelión en Cuba de aquéllos que se alzaron en contra del Estado Español de entonces para lograr una uno propio. Más de 6.000 kilómetros de distancia y un océano de por medio es mucha distancia, cuando pesaban más los reproches y los agravios - mutuos - y demasiados corazones habían dejado ya de quererse.

      Tanto unos como otros antepusieron sus propios intereses o idearios, demostrando una  incapacidad proverbial de ceder, negociar en busca del beneficio común aunque un acuerdo hubiera supuesto no haber conseguido todo lo le hubiera gustado obtener a cada uno de los bandos. En suma, empatía nula por el antagonista - su prójimo. Todo a costa de una población que sufrió lo indecible con reconcentraciones, quema de cosechas, hambrunas, y quién sabe qué más tropelías. 

      Y éso sin contar con las privaciones de los soldados, insurrectos o defensores del orden vigente, entre marchas, contramarchas, emboscadas, abriéndose paso a golpe de machete o bayoneta, en la espesura de la manigua, en tensión permanente y esperando que el vómito negro pasara de largo... Y todo para, al final, acabar más pobres y debilitados, tras una derrota que afectó a la moral a un lado del Atlántico y una victoria que supo a poco en el otro.

      Afortunadamente, el tiempo ha cicatrizado muchas heridas y, aunque hay personas que aún sientan amargores y nostalgias, hace mucho tiempo que la mayoría de las gentes volvieron a encontrarse de nuevo. 

      Qué bueno que los del lado oriental del Atlántico tengamos un rinconcito de la Perla del Caribe aquí. Sentados a pie de mar, con la vista puesta en el Ultramar y un mojito - o un Cuba Libre - en el mano.

Chiringuito cubano a pie de playa hispana 

      Ya los corazones, con los años, se reencontraron. Ojalá el malogrado Luis Aguilé hubiera podido escribir, celebrando el reencuentro, otra letra para otra canción.