En una de éstas que vas paseando por los pinos y un transeúnte, sin conocerlo de antemano ni mediar un "¡Buenos días!", te espeta un comentario acerca de la fechoría que unos, presuntamente jóvenes - tener a éstos a mano a modo de chivo expiatorio es algo muy socorrido por parte de la buena gente del pueblo - han perpetrado sobre la barandilla de la pasarela de madera que cruza los pinos. Derribada, además, a patadas - la fuerza bruta, la saña. Y por respuesta recibe un jocoso: "¡Pues, mejor, deberían habérselas pegado entre ellos!" Y se marchó como llegó, perdiéndose entre los pinos mascullando el malhumor que genera la impotencia de no poder atrapar a los responsables - ¿y quiénes podrían ser calificados como tales?
Al reanudar la marcha, subiendo esa cuesta que te deja corto de aliento, empiezan a rondar más preguntas, como la de si este desatino pudiera tener alguna conexión con los últimos sucesos en nuestro país en la que cierta gente - no sólo grupos de jóvenes - expresa su descontento por los efectos des-tructores provocados por la situación existente. Si fuera así, existen otras formas de expresar el descontento que no impliquen el dañar aquéllo que, en esta ocasión, nos permite estar más en contacto con la naturaleza. Seguro que pueden encontrar otras formas de expresar su des-contento: ¡la creatividad no tiene límites!
O, simplemente, se deba a una travesura. Que de todo hay. ¡Vaya des-concierto!
Sea lo que sea, es bastante triste ver como la gente no tiene conciencia cívica. Si de verdad fuera el caso de que esa salvajada se deba a que a esas personas estuvieran descontentos con la situación actual, no son las formas, es mas deja ver que tampoco les importa mucho. De cualquier modo, no puedo hacer nada por cambiar lo pasado, al menos yo se lo que es el respeto e intento actuar como tal.
ResponderEliminarY haces bien, creo.
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