Pues en éstas que estás sentado en el salón de casita, un viernes por la noche, y de la extensa programación de canales abiertos lo único que parece descollar - para un servidor - es una película que ya había visionado con anterioridad. Y ahí está, "Centurión".
La acción transcurre en las gélidas tierras de Britania - la fotografía gris-azulada y el fresquito de Noviembre ayudan a ponerse en situación - en tiempos en los que los del sur aparentemente tenían cogidos por los bajos a los altivos e indómitos habitantes de las tierras del norte - la tortilla claramente ha dado la vuelta en casi veinte siglos claramente. Lo que no ha cambiado, empero, es ese enfrentamiento interminable entre los mundos urbanos y rural - la civilización romana versus el mundo cuasi-tribal de los pictos en este caso.
En un territorio en el que se vuelven las tornas - el a priori cazador se convierte en el cazado - y en el que el hoy llamado dominio del patriarcado se desdibuja - bien sean guerreras pictas, brujas desterradas o damiselas romanas, la vida o la muerte de los hombres está en manos de mujeres. Interesantes apuntes cinematográficos que deberíamos tomar para la reflexión en estos días en los que todos estamos tan desorientados.
Tiempos en que la violencia era de o-tú-o- yo a menos de un gradus de distancia - con la excepción de flechas, lanzas y otros ingenios de matar - tenían que ser mostrados de la forma más realista, más cruda, posible. Objetivo cumplido.
En escena entran en juego otros personajes cuyas tribulaciones - absortos en satisfacer sus ambiciones o venganzas personales - habrán de inclinar la balanza de la que dependen la suerte - bien la vida, bien la muerte - del resto de mortales, ignorantes de la pasta de las que están hechos aquéllos que sostienen las riendas de sus miserables destinos. Incluso la traición surge dentro del grupo donde, en apariencia, reina la camaradería. Bien pensado, ¿quién de un grupo - cohesionado por el instinto de supervivencia - no se jugaría el pellejo y daría la vida por sus compañeros? La fábula del escorpión y la rana de nuevo.
A pesar de que pueda resultar el final previsible - mojigato pero tal vez necesario tras tanta violencia en pantalla - quizás pueda presentársenos como una metáfora acerca de la posibilidad de que personas de mundos en conflicto puedan encontrar un espacio de encuentro más allá de las divisiones y enfrentamientos en las que otros personajes los quieran hundir. Al precio, éso sí, del destierro voluntario, abocados a asentarse en la tierra de nadie.
En fin, la acción es directa y al grano. Pocas tribulaciones filosóficas se podrán encontrar en esta película, no cual no deja de ser una muestra de veracidad dado el escenario temporal en transcurren los hechos - y sus protagonistas. El lucimiento del reparto y el equipo de producción, pues, no paree estar basado en frases grandilocuentes a ser recordadas, sino a hacernos partícipes del sufrimiento, los miedos, la angustia y la necesidad de volver a un lugar donde la vida sea más grata con los humanos. Si fuera así, objetivo final cumplido.
Fotos de carteles tomadas de:
https://panicoenelcine.wordpress.com/2012/06/12/centurion/
Otras reseñas en:
https://www.elantepenultimomohicano.com/2010/08/centurion.html
https://www.espinof.com/cine-europeo/centurion-la-dura-pugna-por-la-supervivencia
He tenido que reírme en lo de como han girado las tornas, tanto con lo del conflicto Norte-Sur, como con lo del papel de la mujer.
ResponderEliminarPienso verme la película, acción gratuita que más puedo pedir.
Según mi parecer lo único que pretenden con este tipo de películas es mostrar algo que nunca tendremos, puede que sea demasiado violenta, pero es la acción continua, un descanso del pensar del cerebro. Por fin el gasto energético es físico y no mental. A pesar de no ser, por llamarla de alguna forma, "no correcta moralmente" en cierto modo creo que a muchos de nosotros nos gustaría vivir algo así, obviamente no siendo nosotros los personajes que mueren, sino los triunfadores.
Una vida aparentemente más simple... y más peligrosa a la vez. A ver qué descendiente de romano o britano la querría hoy día. ¡Saludos!
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