Ahora que la primavera está llegando a su crepúsculo anual, hay algo que no ha recibido la atención que, año tras año, se convierte en la imagen de despedida de los noticiarios de las nueve de la noche: la floración de los cerezos en el Valle del Jerte. Sin embargo, este año parece que no era importante: habían otras prioridades - y restricciones.
Porque, con asombrosa puntualidad tras el oportuno recordatorio de los medios informativos, en lugar de acudir abejas, son en cambio enjambres humanos los que acuden a contemplar el espectáculo que ofrecen aquéllos árboles en flor. ¿Qué pensaran, qué comentarios se harán los urbanitas? ¿O se limitará cada uno de esos domingueros a obtener una foto-retrato (escribir esa palabra anglosajona que tenemos ahora mismo en la mente resulta más desagradable aún que esta palabra compuesta) con los árboles de fondo para colgarla ipso-facto en alguna red social?
En cualquier caso, después del empacho visual, nada mejor que embotarse con los manjares y los caldos del país, que para éso están, y para éso aquella legión de domingueros se han desplazado hasta allí. Y, con los estómagos algo más cargados y las carteras algo más ligeras, de vuelta al hogar. Y los lugareños, encantados. Todos ganan.
Ojalá la peregrinación anual colme las expectativas de cada una de las personas que viajan hasta allí. Aunque, tal vez no haga falta desplazarse hasta tan lejos para encontrar lo que uno va buscando, si es que realmente tiene claro lo que busca y por qué.
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Flor solitaria de cerezo |
Por éso mismo, ¿quién se pararía y se quedaría contemplando esta solitaria flor, de un cerezo más meridional, ya estropeada por los últimos vientos y lluvias? ¿Sería suficiente espectáculo para esa persona tan poca cosa?
¿Te quedarías ensimismado tú?
La floración de los cerezos es una maravilla terrenal. Recuerdo ir por la sierra de Almería y encontrarme varios cerezos, viéndose como un pequeño manto blanco. Es una preciosidad.
ResponderEliminarComo la imagen que se suele dar de Almería es semi-desértica, ni me imaginaba que hubieran cerezos allí, olvidando que hay sierras como en la Alpujarra almeriense. Tierra de grandes contrastes, y tiene que ser espectacular. ¡Gracias por tu comentario!
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