sábado, 27 de junio de 2020

La carpintería de ribera en Gijón



      Era una embarcación de pesca, de madera, y superaba ligeramente los nueve metros de eslora. Estaba siendo construida en un recinto ocupando casi todo el espacio, trazas de serrín y astillas sobre el hormigón, rozando la mar. Allí pude asistir a varias fases de la construcción - al menos tres veces -  hasta que estuvo casi terminada. En cada fase, el maestro constructor explicaba qué faltaba por terminar, los materiales que iba a necesitar, la funcionalidad de las partes (la palabra tambucho escuchada por primera vez, espacio para el necesario motor intraborda); sugiriendo con ese aire pausado del sur, en suma, el dinero que hacía falta para que la nave siguiera tomando forma y algún día, salir del vientre, de aquella lóbrega estancia, y pudiera salir a navegar. Aunque, al cambiar de manos antes de la botadura, jamás la viera navegar.

      Todos aquellos recuerdos de más de treinta años atrás (los remos serían fabricados por otro maestro en la materia) volvieron con la lectura de este libro, adquirido hace siete años tras ver la exposición del mismo nombre en aquella ciudad asturiana. En un pequeño formato y con un número reducido de páginas, se habla de barcos y sus constructores, de aquélla época en que el metal y el vapor empezaba a rebasar a la madera y la vela. En un período muy comprimido - apenas cincuenta años - en la que se construyeron embarcaciones de porte razonable, favorecido por algunas circunstancias favorables (mejora de las comunicaciones por tierra) y venciendo múltiples circunstancias adversas (competencia de otros astilleros cercanos). 


Portada del libro (Col. personal)

      La prosa directa y sucinta, acompañada por un número bien proporcionado de ilustraciones, incluyendo algunas fotografías del siglo pasado, ayudan a hacerse una idea de las instalaciones, las naves y los constructores - que también dedicaban sus esfuerzos y afanes a la reparación de otras naves. Retazos de sus vidas y sus propósitos. 

      Pero no encontramos nostalgia en este libro: tan sólo el orgullo de una etapa que, si bien breve, es digna de ser recordada. Una tradición que perdura hoy día, si bien con medios distintos, con similares fines a los del ayer: la relación del ser humano con la mar.


Contraportada de libro
      Pocos astilleros de ribera quedan ya en nuestro país. Nuevos materiales, costes más bajos, y otras consideraciones han desplazado a la madera de los mares en occidente. Aunque aún siguen algunos valientes y nostálgicos, trabajándola para que aún surquen los mares descendientes de aquéllas naves. Como la nao San Juan en Pasajes/Pasai de San Pedro, o el bergantín "Galvestown" en Málaga. Ojalá todos lleguen a buen puerto.

4 comentarios:

  1. Debe haber sido una experiencia única la de ver el progreso y trabajo en los astilleros. Yo solo recuerdo haber pasado al lado de una mientras paseaba con mi familia tras almorzar en un restaurante junto a la mar. Si no recuerdo mal había solo un barco de metal, muy corroído. Aún así fue igual de alucinante. Además, si mi memoria no me falla, había una bodeguita donde vendían vinos cerca, y puede que algún queso. Seguro que algunó cayó.

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    1. Puede que lo estuvieran reparando, o fuera un desguace - ojalá no hubiera sido esto ultimo. Por cierto: vinos y queso, sin pasarse, son buena combinación. ¡Espero que lo disfrutaras aunque no te acuerdes!

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  2. Tiempos que se recuerdan con nostalgia

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