De vuelta de una ruta de senderismo por tierras de Barbate, tomamos la decisión de ir a comer al pueblo. A eso de las dos de la tarde, y sin haber realizado un reserva al no saber a qué hora se estaría de vuelta, resultó misión imposible encontrar un sitio con mesa libre. Bueno, casi, porque milagrosamente pudimos detectar una mesa que se quedó vacía en un este bar en el que hicimos parada para reponer fuerzas. Un local sencillo, sin artificios post-modernos.
Tras unos minutos que parecieron interminables y en el que empezamos a dudar de que fuéramos a ser atendidos, por fin se acercó una camarera por despejar la mesa del servicio anterior y tomar el pedido de las bebidas. No hubo que esperar tanto para recibirlas con alegría, así como esas aceitunas de cortesía que nunca están de más.
En esos momentos el servicio de camareros estaba superado, sin duda. En cocina no me lo puedo ni imaginar. Sin embargo, logramos pedir las primeras tapas: un salmorejo barbateño y una ensaladilla - tradicional. Para nada arrepentidos de la decisión tomada - más bien todo lo contrario - especialmente cuando en otros sitios tapas similares resultan ser decepciones anunciadas.
Animados por el primer éxito, nos decantamos por unas ortiguillas fritas para compartir y un par de tortillitas de camarones, animados por los platos que ya habíamos visto pasar hacia otras mesas. Las ortiguillas estaban como tienen que estar: de diez. Las sorprendentes tortillitas, nada que ver con las sanluqueñas: tanto en su presentación tridimensional como a la hora de llevarlas a la boca - sorprendentemente crujientes aunque tiernas en su interior. Las dos fueron muy buenas frituras, estupendamente ejecutadas.
Ya empezaba el local a quedarse algo más tranquilo, algo que fue aprovechado para probar la última tapa por pura gula: el atún encebollado. Resultó ser muy generosa, más de lo que el plato podría sugerir, con esas lascas de pescado bien tierno atún tierno. A título personal, hubiera preferido no encontrarme restos de sangre del pescado cuajada sobre la cebolla, aunque no es objeto de crítica negativa en este caso.
En suma, acierto total inesperado, con precios ajustados, que ayudó a rematar una almuerzo en buena compañía. Esperamos volver pronto, si es posible no tan cerca de la temporada estival. El sitio merece que los forasteros le premien con más de una visita, porque los lugareños lo pueden disfrutar a su antojo. Suerte que tienen.
Nota: Fotografías tomadas con iPhone 7, editadas con Polarr, Microsoft Fotos y Windows Paint.
Me gustaría ir a probar las tortillitas de camarones, para mí son boccato di cardinale
ResponderEliminarTotalmente recomendables
EliminarBuenos recuerdos... ni me acordaba. Me ha hecho sonreír ver las fotos y recordar la caminata. Buen dia!
ResponderEliminarMe alegro. El día que fui no me pude quejar, la verdad sea dicha.
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