En la vida que a cada uno le ha tocado lidiar, cada persona dispone de diferentes formas de afrontar la adversidad, bien sea por una tragedia, bien por una sucesión de golpes menores de la vida. Algunos, como el protagonista de esta película, no termina de asumirla. Tampoco lo hacen varias personas que le rodean - el hermano, las mujeres de ambos, su propio hijo. Varios consiguen reconducir sus vidas pero, tal vez, sin pasar página realmente. El dolor sigue ahí, y la tensión que genera se expresa en violencia verbal o física. La desesperanza se instala en la vida. La vida en caída libre.
De nada sirven las pretensiones de esconderse de la culpabilidad mediante la huída, o refugiándose en la multitud de la gran ciudad (a pesar de la hostilidad de los ciudadanos). Porque la hostilidad se puede encontrar tanto en el pequeño pueblo como en la gran ciudad. Tampoco sirven ahogar la pesadumbre en el alcohol y recurrir al aislamiento, incluso de desconocidos. Y aún menos en la sobrecarga de tareas, bien sea por trabajo, estudios, actividades extraescolares de música y deportes o amoríos. Porque siempre estarás ahí: tú, tus circunstancias y tus remordimientos.
La calma aparente en un nevado muelle pesquero sin vida; de una ciudad gris deshumanizada; y las tormentas interiores de las personas atizando sin piedad.
Tan sólo una a pareja permanece estable a su lado como apoyo sólido, en un gélido desierto de inteligencia emocional.
¡Por que vaya obrón tan increíble!
Me ha apetecido verla. Mira que no suelen convencerme de que vea semejantes dramas, pero esta, esta me apetece.
ResponderEliminarGracias de nuevo por la recomendación.
No hace falta tener los pañuelos cerca...
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