La imagen de un verdugo sosteniendo la cabeza de un ajusticiado fue tan impactante siendo un mozalbete, que se quedó grabado en la memoria como símbolo de brutalidad, enseñamiento y poder. Años más tarde, se despertó aún más la curiosidad para conocer algo más el trasfondo de aquella escena, incluyendo a los perdedores de una guerra civil identificados como los comuneros.
Así, mientras que Hernán Cortés pululaba por tierras centroamericanas, Carlos I empeñado en sueños imperiales y guerras por Europa, con los piratas berberiscos enfrascados en hacerle la vida imposible a navegantes y habitantes de las costas levantinas, tal día como hoy hace 500 años las tropas reales sometían definitivamente a las huestes comuneras en Toledo, tan sólo meses después del enfrentamiento de Villalar que resultó ser decisivo para la suerte de los alzados.
Y sobre las diferentes visiones que se tenían de aquel conflicto que sacudió al Reino de Castilla durante tres años aproximadamente versa esta antigua revista - o cuaderno, tanto da. Concretamente, se exponen diversos factores que propiciaron el estallido de un conflicto que se prolongó hasta la captura y ajusticiamiento de los principales cabecillas de la rebelión.
La culpa de esa querencia por saber más de estos castellanos alzados en armas se la echaremos a Antonio Gisbert Pérez, el pintor del cuadro que tanto impactó a un zagal de apenas diez años. Y muy agradecido éste que quedó.
Las caras de los protagonistas del cuadro lo dicen todo
ResponderEliminarPues sí, menudo cuadro. Ojalá pueda verlo algún día en el Palacio de las Cortes de Madrid, donde está expuesto.
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