Se le puede echar la culpa al catamarán que salió ayer por la tarde a eso de las seis y diez, y fue visto. Efectivamente, hoy está disponible y hay que aprovechar la oportunidad, que nuevos confinamientos pueden estar a la vuelta de la esquina.
El horario es mezquino - sólo un servicio de ida y otro de vuelta ya muy de tarde - trastocando todos los planes pero, aún así, merece la pena tomarlo - ¡los días laborables tan sólo autobús! Llega un viejo conocido, el "Bahía de Cádiz Segundo", fiel compañero de viajes anteriores. Los pasajeros se han animado a venir a última hora, aunque no seamos más de treinta en total.
Ahí delante tenemos un velero, navegando a motor en ausencia de viento suficiente para largar el velamen. Quizás no le demos alcance: no levantamos olas, no hay prisa en llegar. Hasta el pasaje se ha contagiado de la laxitud, sin apenas murmullos por algún comentario esporádico. Sigamos disfrutando de la travesía.
Al final, lo alcanzamos, con desgana, casi llegando a la bocana del puerto de Cádiz. Creo que no nos hubiera importado no haberlo superado tan a la meta; no ganamos nada. El objetivo de hoy no era e llegar primer a destino. Preparémonos para entrar a puerto.
Me ha resultado bastante entretenido y calmado pasar esta travesía contigo. Casi he sentido que estaba en el mismo catamarán, aquel día y a aquella hora.
ResponderEliminarLas fotos son muy bonitas, reflejan la calma del mar.
La travesía no ha terminado aún: no hemos entrado en el puerto y falta también el camino de vuelta - a ver qué tal la mar. Paciencia y gracias por la compañía...
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