Tienes un día libre inesperado. Menuda suerte. ¿Por qué no tentarla un poco más e ir de safari fotográfico? Y esperas que la fortuna siga sonriéndote y todo vaya como lo has proyectado en tu mente: cielo despejado, marea baja, barquitos en el horizonte. Y, cámara en mano, sacar todas las fotos que se puedan - y que salgan bien. Pues no.
No apareció la mañana según lo que se esperaba
Todas las ideas preconcebidas, ese punto de ansiedad por captar lo que uno quiere, se desvanecen por un amanecer oculto tras una espesa cortina blanca. Te quedaste con las ganas, majo. Pero, a poco de aceptar porque no hay más remedio, puede que surja algo inesperado. Y se presentó la ocasión.
Se abre el telón y... ¡un arco albino!
Cuando al llegar a casa te informas de lo que has contemplado, comprendes la rareza del fenómeno, y ponderas la suerte que tuviste, sólo queda estar agradecido con el momento vivido. Tan especial como todos los que uno vive. Y sólo cabe esperar que, en el futuro, cada momento te siga sorprendiendo.
Me parece alucinante que hayas visto semejante fenómeno en persona, y te doy de las gracias por mostrármelo. Espero que haya una próxima vez y que mis ojos sean capaces de verlo en directo. En fin, la naturaleza está llena de sorpresas.
ResponderEliminar¡Seguro que sí!
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