sábado, 2 de septiembre de 2023

Oppenheimer

 

      Cuando resulta especialmente cruel el bombardeo televisivo incitando a ir al cine a consumir las dos películas imprescindibles del verano, pues uno aborda el asunto con la dosis de recelo proporcional a aquel. Y, llevado de la mano por la benefactora que se ha dejado caer con el pago de las entradas, hará casi dos meses nos encaminamos resueltos a ver que nos deparaba la ventura.

      Una parte sustancial de la trayectoria vital del designado como padre de la primera bomba atómica estadounidense viene a ser el hilo conductor de este producto cinematográfico, abordando aspectos de una vida profesional tomada con decisión y, desde el punto de vista personal, un carácter un tanto errático. Ello no es óbice para que se nos muestren bastantes contradicciones en el proceder en cualquiera de esos ámbitos.

      Es por ello que podríamos decir que las incertidumbres presentes en ese mundo invisible al que ha dedicado su vida a estudiar se trasladan a su ámbito personal.  También está influido por ese otro universo newtoniano que sí está al alcance de los sentidos, en plena época de artistas rompedores  y de conflictos bélicos infames, con una transformación paulatina en su percepción de la realidad y de sus aspiraciones personales, incluyendo su misión personal en la vida. 

      Como en alguna película anterior - Dunkerque, por ejemplo - el director inyecta dramatismo con cambios rápidos de escena, estallidos de intensidad cromática, silencios y estallidos sonoros. Personalmente, estos efectos me inducen dosis mayores de aturdimiento que de tensión narrativa y así, dejo que el interés en la trama se vaya desvaneciendo hasta que las aguas vuelven a su cauce, so pena de que el ritmo artificiosamente creado decaiga inexorablemente. Cosas de cada uno.

Fotografía del cartel de la película expuesto en la sala de cine

      Se hecha de menos algo más de explicación sobre un aspecto clave: cómo en tan poco tiempo se pusieron por delante de los germanos en la carrera atómica. La repetición - al menos tres veces - sobre las ingentes cantidades de dinero invertidas en un proyecto con alto riesgo de fracaso conlleva un intento de explicación, aunque resulta demasiado simplista. En efecto, no se dedica la suficiente atención a los desafíos técnicos - no confundir con los científicos - que a buen seguro tuvieron que superar para lograr su fin. 

      Sin embargo, el aspecto que encuentro más desagradable reside en el énfasis mostrado en captar la mirada del personaje, variando las proporciones de incredulidad, aflicción y cansancio a medida que avanza el metraje. En algún momento, puedes llegar a desarrollar cierta inmunidad a tanta carita y desviar la atención en asuntos pueriles como el buscar parecidos razonables para aliviar la exposición a esa fijación por mostrarnos la expresión facial: en mi caso, me distraje encontrando alguna similitud con una mezcla de Jim Carrey enfundado en su máscara y la jeta del Profesor Franz de Copenhague - eso es, el del TBO. 

      Entonces, ¿por qué tiene sentido quedarse inmóvil en un butacón durante tres horas - sí, ciento ochenta minutos de su valioso tiempo - para visionar una historia con tres tramas principales  (académica, sentimental, política) que se cruzan y se pisan entre sí? En mi caso, aparte de la calidad artística del filme y el interés en la historia personal del protagonista, me llevó a recordar nombres de héroes de la física de mi época estudiantil (Bohr, Heisenberg, Fermi, Einstein y tantos otros). Otras reflexiones derivadas: el comprobar cuán equivocado está quien se crea con poder absoluto, o piense que su capacidad de influencia es directamente proporcional a su nivel de popularidad; las diferentes escalas de valores en la vida de cada persona y sus contradicciones; las dificultades del trabajo en equipo y conciliar los diferentes egos/intereses; las capacidades que ha de mostrar un líder para llevar a buen término un proyecto; el valor de la amistad, y cómo de escasa y frágil es; el rencor que busca venganza a largo plazo; el amor de una persona por la ciencia, a su país, a su terruño añorado.

      Pre-bellum, como científico no tuvo el nombre que tuvieron otros científicos, aunque fue uno de los pioneros de la física cuántica en su país. Su compromiso e interés con la ciencia, su humanismo, así como con su empatía con el sufrimiento de las personas inmersas en conflictos, conducen a que resulte muy interesante conocer un poco más de la vida de este personaje histórico, con todos sus claroscuros. Y  que la película, con una ambientación extraordinaria y la espectacular actuación del elenco reunido para la ocasión, no deje de tener su interés. Muy recomendable, pues. Que la disfruten.


4 comentarios:

  1. Parece que aunque fue algo larga y perdió algo de ritmo, aún así, la disfrutaste y sacaste cosas positivas

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  2. Me quedo con todo lo comentado, parece algo negativo pero en realidad creo pensar que lo comentas como positivo.
    Creo que lo mejor de la película no fue esta en sí, sino la compañía con la que uno la ve. Al menos yo, estoy bastante contenta solamente con esa parte.

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    1. Afortunado/a tú. También tuve suerte, la verdad. Por cierto, no pretende ser negativo el comentario, ni positivo, ni nada que se le parezca.

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