sábado, 12 de agosto de 2023

Ahorrar en tiempos revueltos


      Pues nada, señora - o señor. Hace exactamente un año en uno de esos programas de Alarmismo Público (¿o era Espejismo Impúdico?) unos lumbreras ofrecieron a las familias de este país un recetario de consejos inédito e infalible para compensar la inflación galopante que parecía que iba continuar en otoño - ni descansar tranquilos en el verano nos dejan, oiga. Esta es la leche que nos da Mariana por las mañanas.

      Pues qué mejor que cortar en los gastos del colegio de los niños, especialmente en lo referente a los libros de texto que la tropa menuda tiene que usar. Y respecto a ellos, ¿qué  posibilidades novedosas de ahorro se les ocurrieron a estos prestidigitadores de las finanzas domésticas? Porque, madres y padres, señoras y señores, seguro que no se les había ocurrido  que los libros de los hermanos mayores los pudieran heredar los menores; o comprar los del hijo del vecino que ya pasó de curso - no pensaron en que un trueque también es posible. Y, por supuesto, ni se les habrá pasado por la cabeza reparar en la suerte de residir en una de esas autonomías en la que los libros de texto son gratuitos - prestados y a devolver.

Libros viejos... ¿para qué?

      Las medidas ofrecidas son, sin lugar a duda, mucho más efectivas que reducir el consumo de tabaco a un paquete de cigarrillos a la semana como mucho - eliminarlos por completo ya sería de medalla. O eliminar una suscripción  a una televisión de pago (son tan necesarias). O evitar comprar este año la última consola de videojuegos del mercado (poco importa que queden obsoletas mucho antes que un libro del cole). O qué decir de pasar del penúltimo teléfono móvil mileurista (¿quién puede prescindir hoy día de la última tecnología?). Y que los papis tomen un par de gin-tonics menos a la semana, como que no.

      Sin embargo, si somos muy jartibles y seguimos pensando que en la educación de nuestro hijos no debemos escatimar un euro, tal vez, exista otra posibilidad: si multiplicamos el tiempo que dura un programa matutino de ésos, por el precio del kilowatio hora más baratito, por cinco días a la semana y por todas las semanas de un año, puede que tengamos para un libro de ésos. Y de paso, adultos con un cerebro menos frito.

      Por algo se empieza, ¿no?





Nota: Foto tomada con iPhone 7, editada con Polarr y Windows Paint.

2 comentarios:

  1. Solo quieren educar borregos, para seguir dirigiendo el cotarro los mismos. Educación es libertad, aquí no se quiere gente libre.

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    1. Si fuera así, sería una pena. Todos viviríamos mejor con más entendimiento - incluso aquellos que pretendieran aborregar a la plebe. En fin...

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